convergencia geométrica
en dos conceptos pictóricos
Por Octavio Mendoza
Más de una coincidencia liga las presentes obras de dos maestros de la composición y el color, Juan Manuel Gaitán y César García.
Gaitán continúa los juegos espaciales característicos de su pintura abstracta, proceso liberado con mayor evidencia desde el año 2020, con el objetivo de lograr que sus planos, imprevisibles y volátiles, y de bello color, nos sorprendan gratamente tras el desconcierto inicial, como si él quisiera cambiar la cómoda naturalidad de nuestra geometría cotidiana, heredera de las teorías fundacionales del griego Euclides. Dicho en otras palabras, la secreta intención de Gaitán consiste en convertir cada obra abstracta en un hechizo formal del alto voltaje cromático, acudiendo a sus bellas trampas de ilusionismo pictórico en acrílico sobre lienzo, gratamente contrarias a las costumbres visuales con que convivimos los mortales seres humanos.
¿Qué reacción tendría Einstein hoy, como ferviente admirador del arte, al observar el encanto rectilíneo de estas obras, habiendo demostrado, hace 107 años, que en el universo no existen líneas rectas?
No menos seductor, y no menos relacionado con los conceptos anteriores, es el proceso de autoexigencia llevado a cabo por el pintor César García, creador de montajes compositivos con planos de material acrílico recortados con láser, levemente realzados sobre la base de las obras. Atrae la exquisita sensibilidad y atractivo de sus relieves, donde el rigor, la apuesta por la perfección, el culto al color, y el culto a las geometrías históricas, son las ideas primordiales, y dónde forma y color sugieren los efectos de proximidad o lejanía. García, formado como físico y matemático, revela, en la precisión de sus ángulos y curvas, un toque de exactitud que también lo acerca al recuerdo de las obras preciosistas del colombiano Edgar Negret y el alemán Josef Alberts.